lunes, 18 de febrero de 2008

Nota de opinión: Análisis de la realidad salarial de los investigadores y docentes nacionales.


La Asociación de Docentes de la Universidad Nacional del Sur, A.D.U.N.S., nos ha reenviado el siguiente artículo, que consideramos de interés. Su autor, Cristian Favre, es docente de la Facultad de Ciencias Bioquímicas de la Universidad Nacional de Rosario e Investigador CONICET.

Análisis de la realidad salarial de los investigadores y docentes nacionales. Irregularidades y desactualización en la composición del salario de los investigadores de CONICET

Muchos somos los que realizamos tareas como investigadores y docentes en la universidad como única actividad profesional. Contamos con algún tipo de cargo y dedicación docente en alguna de las facultades, desempeñándonos, cualquiera sea la posición, como trabajadores cognitivos de tiempo completo en estas casas, donde se enseña y produce conocimiento.

Para el caso, nuestro empleador es siempre el estado nacional, a través de las universidades, del CONICET, o de ambos. Conocemos, entonces, muy de cerca tanto la realidad académica como la realidad laboral de esta especial área que es la educación e investigación superior.

El número de docentes que realizan investigación sólo en la Facultad de Cs. Bioquímicas de la Universidad Nacional de Rosario, por ejemplo, alcanza la cantidad de 300. En este caso, dadas las características y la tradición de la investigación en las disciplinas de estudio de esta facultad, muchos de estos docentes formamos parte también de CONICET como investigadores, becarios o personal de apoyo.

Vivimos, también, aunque nuestra participación haya sido muchas veces escasa y otras veces tristemente indiferente, la historia de la lucha docente. El acompañamiento de la comunidad de docentes investigadores universitarios en la lucha gremial de su sector ha sido, seguramente, fluctuante a través de su larga evolución, y desde la militancia, la crítica o la falta de apoyo a sus reclamos o modalidades, podrán considerarse justas, insuficientes, o para algunos innecesarias las conquistas obtenidas.

En esta coyuntura es que, por ejemplo, un docente de una universidad nacional tiene el "privilegio" tardío de contar con una composición del salario en la que el 100% de su sueldo está "en blanco", cuando para muchos empleos esto es así desde hace años, pero cuando, también, para otros como un investigador de CONICET, la gran desactualización en la composición de los haberes permite que el básico represente sólo la mitad del salario percibido, constituyendo un atropello de la legalidad laboral y una clara demostración de lo que han significado realmente los trabajadores de la ciencia para los distintos gobiernos.

En este sentido, hay un ejemplo notorio de cómo vienen funcionando las cosas en la formación salarial de los docentes e investigadores universitarios.

El retraso en los salarios ha sido la constante (el básico para un cargo testigo, actualmente no llega a los 1000 pesos) y la causa, matemática: cuando la inflación real y el gasto de vida escalan un porcentaje muy alto año a año, los sueldos ni siquiera se recomponen a la demanda del año anterior, por lo que al final de cada período permanecen acumulando una desvalorización que es continua.

Sumados a esta devaluación progresiva del salario, hay elementos y dispositivos de ajuste que fijan, o peor, retrotraen los valores a puntos todavía más bajos y más informales: CONICET, a sus investigadores full time que también son docentes (la gran mayoría de su planta de investigadores), les paga, de manera complementaria al sueldo de la universidad que estos posean, un salario calculado por diferencia, que lleva el total a un sueldo establecido (hasta hace poco tiempo, sin negociación paritaria) como el correspondiente a un investigador-docente dedicación exclusiva de este Consejo de Investigaciones (que, dicho sea de paso, es el único organismo a nivel nacional que nuclea investigadores en un sistema de evaluación y promoción).

Este valor total, que permanece ajustado según índices que no están determinados claramente, introduce una suerte de tope capaz de neutralizar cualquier aumento sobre los cargos docentes, ya que se basa en otorgar un plus sobre un sueldo que es móvil (el que depende de las UUNN).

Lo cual, en primer lugar, no significaría ni más ni menos que una malversación, es decir, que toda vez que existiendo un aumento salarial docente no se establezca automática y proporcionalmente el incremento sobre el valor del sueldo total correspondiente al docente investigador por el CONICET, la mejora salarial obtenida legítimamente como trabajadores universitarios, queda retenida de esta forma por el estado.

En segundo lugar, tal manipulación hace evidente todo un sistema de formación del salario confuso y poco democrático, denotando también la manera indolente en que nuestra comunidad de investigadores tolera este sistema de remuneración, su falta de garantías, su total imprevisibilidad, la inexistencia del contralor legal y gremial y todas las irregularidades que a partir de esta problemática surgen.

El mundo de la investigación científica ha estado siempre lleno de contradicciones. Por momentos se pretende de excelencia, elitista y privilegiado, cuando en realidad es saqueado y arrastrado a su suerte en la cola del sistema educativo. El pensamiento crítico, indispensable como herramienta en la investigación, parece acabársenos a la hora de la autocrítica y de la construcción de una conciencia ético política.

Así, naufraga víctima del mercado o del estado, volviéndose mucho más un instrumento del capital que del conocimiento.

Cristián Favre
Docente e Investigador
CONICET- Facultad de Cs. Bioquímicas, UNR
1º de febrero de 2008
cfavre@unr.edu.ar



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