sábado, 8 de marzo de 2008

Para compartir

Edgardo, compañero, escribió estas lineas para introducir el poema de Gioconda Belli. Creemos ameritan ser compartidas.

DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER
Por Edgardo Datri (con ayuda de mi compañera Alicia y mi hija Ariana)

Este sábado se celebra el Día Internacional de la Mujer y decidí homenajear a las que conozco y a todas las que, de una u otra manera, participan de la rebelión femenina; sabiendo, además, que su particular insurgencia cultural, social y política las convierte en las más importantes constructoras de utopías emancipadoras. No creo exagerar si digo que para muchos seres humanos el mundo no es otra cosa que un sistema de símbolos. Alguna vez leí: “está quien insiste en decodificarlo y quien aguarda la revelación”. No tengo certezas que indiquen –indubitablemente- quien tiene razón, pues las únicas que visualizo son que los próximos celulares y ordenadores de la Matrix tendrán más funciones que las de hoy, que esta sociedad es injusta y desigual, y que seguimos naciendo, viviendo y muriendo en un mundo milenariamente androcéntrico. Así y todo soy estúpidamente optimista, no creo que como en Un mundo feliz de Aldous Huxley todo termine mal para quienes seguimos utopizando. Tengo la certeza de que desde hace unos años comenzó un proceso sostenido de maduración y comprensión de estas y otras cuestiones, y eso, a mi juicio, es la revelación de que LA MUJER ha comenzado a decodificar la auténtica naturaleza de la condición humana.
Por esta vuelta de tuerca que contagia, resiste y plantea alternativas, les regalo un poema de la notable escritora nicaragüense, Gioconda Belli:

Ocho de marzo Amanece con pelo largo el día curvo de las mujeres,
¡Qué poco es un solo día, hermanas,
qué poco, para que el mundo acumule flores frente a nuestras casas!
De la cuna donde nacimos hasta la tumba donde dormiremos
-toda la atropellada ruta de nuestras vidas
-deberían pavimentar de flores para celebrarnos (que no nos hagan como a la
Princesa Diana que no vio, ni oyó
las floridas avenidas postradas de pena de Londres)
Nosotras queremos ver y oler las flores.
Queremos flores de los que no se alegraron cuando nacimos hembras
en vez de machos,
Queremos flores de los que nos cortaron el clítoris
Y de los que nos vendaron los pies
Queremos flores de quienes no nos mandaron al colegio para que cuidáramos a
los hermanos y ayudáramos en la cocina
Flores del que se metió en la cama de noche y nos tapó la boca para violarnos
mientras nuestra madre dormía
Queremos flores del que nos pagó menos por el trabajo más pesado
Y del que nos corrió cuando se dio cuenta que estábamos embarazadas
Queremos flores del que nos condenó a muerte forzándonos a parir
a riesgo de nuestras vidas
Queremos flores del que se protege del mal pensamiento
obligándonos al velo y a cubrirnos el cuerpo
Del que nos prohíbe salir a la calle sin un hombre que nos escolte
Queremos flores de los que nos quemaron por brujas
Y nos encerraron por locas
Flores del que nos pega, del que se emborracha
Del que se bebe irredento el pago de la comida del mes
Queremos flores de las que intrigan y levantan falsos testimonios
Flores de las que se ensañan contra sus hijas, sus madres y sus nueras
Y albergan ponzoña en su corazón para las de su mismo género
Tantas flores serían necesarias para secar los húmedos pantanos
donde el agua de nuestros ojos se hace lodo;
arenas movedizas tragándonos y escupiéndonos,
de las que tenaces, una a una, tendremos que surgir.
Amanece con pelo largo el día curvo de las mujeres.
Queremos flores hoy. Cuánto nos corresponde
el jardín del que nos expulsaron.

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